lunes, 26 de septiembre de 2016

DRAGON BALL MULTIVERSE NOVELA 20

Autor: Salagir, Gogeta JR, Asura.
Web: Dragon Ball Multiverse




En el espacio del universo 10, los Saiyanos se comenzaban a desesperar. El Rey Vegeta, quien era el más fuerte entre ellos, había perdido y, además, de una forma deplorable.

—¡¿El Rey ha perdido?! —se preguntó uno de los Saiyanos, quien aún no se creía lo que veían sus ojos.

Mientras que dos de sus compañeros cargaban al Rey completamente desnudo para depositarlo en el suelo, el anciano Vegeta, el antiguo Rey, se tuvo que resignar a admitir la realidad:

—Parece que los enemigos de este torneo son muy superiores de lo que podíamos imaginar.

Quitándose lo que hacía servir de capa, el viejo Saiyano la ofreció para cubrir a su hijo a fin de poner punto y final a su humillación. La parte positiva de todo es que había perdido contra sí mismo... Al menos, existía un universo donde él era aún más fuerte. Era un premio de consolación un poco amargo...







En el espacio del universo 18, Vegeta volvió tranquilamente con los brazos cruzados tal y como era habitual. Recibió algunas felicitaciones breves por parte de sus hijos, pero a él le importaban más bien poco. No había sido un combate auténtico, ni siquiera un calentamiento.

—Dime, Vegeta, ¿de qué habéis hablado? —preguntó Goku sonriendo.

—No te incumbe —contestó su rival.

—Venga, va, dímelo, lo quiero saber —insistió el primero.

—¡No me des la brasa, Kakarotto! —empezaba a ponerse nervioso el Príncipe de los Saiyanos.

—Yo lo he escuchado todo —declaró Piccolo bien cerca para mosquear un poco más a Vegeta.

Goku se aproximó a Piccolo con cara de bobo y con brillo en sus ojos:

—¡Adelante, Piccolo, explícamelo todo! —le susurró al oído.

—¡Si se lo dices te eliminaré! —aseguró Vegeta.

Goku se echó a reír. Misión completa: ¡había conseguido hacer enfadar a Vegeta! Piccolo, por su parte, permaneció indiferente mientras que Vegeta, malhumorado, le dio la espalda a todos. El presentador extraterrestre escogió ese momento para anunciar el siguiente combate:

—¡Y ahora, Bardock del universo 10 contra Pan del universo 18!

Entre el público había algunos sabelotodo que murmuraban. En la sección cuarenta y dos, piso 7, fila S, asiento mil trescientos ocho, una persona morena que vestía la ropa de los habitantes del planeta Metamor, mostrando sus fabulosos abdominales, preguntó a su compañero:

—Es la 3ª vez que tenemos un 10 contra un 18...

—Los lectores no verán nada —respondió, seguro de sí mismo, el hombre con cola de simio de color naranja y que vestía el mismo quimono que Son Goku pero con un símbolo diferente. Y, entonces, como si hubiera de justificarse por una situación como esa, añadió—: Y de ahí viene el título del capítulo.

Su compañero no dijo nada.

—Me juego lo que queráis que ya estaba decidido desde hacía mucho tiempo —intervino, situado por encima de ellos, un rubio de ojos azules—. ¡Este torneo es histórico, de manera que los guionistas ya deben de haber escrito la historia y su desenlace! ¡Puede que haya miles de personas leyendo esta historia! ¡Y estoy tan seguro porque yo también soy guionista!

Mientras el Cola de Simio sacaba un revólver, dispuesto a suicidarse ante de tal idiotez, su compañero tenía los ojos clavado en el paquete de onigiri que el rubito llevaba en sus manos. El último se lo dio y el otro lo devoró con fruición...







—¡Genial! ¡Es mi turno!

Pan saltaba de alegría. ¡Ya le tocaba! Y aún mejor: ¡contra su bisabuelo! Ni en sueños se podría haber imaginado un combate mejor.

—Ve con mucho cuidado —le dijo Videl dándole un beso en la frente para animarla.

—No te preocupes —le aseguró Goku acercándose a su nieta feliz—. Mi padre no es muy fuerte. ¡Pan se desenvolverá sin problemas!

—¡Pan! —gritó una muchacha que llegaba corriendo y que se llamaba... ¡Pan!

—¡Pan! —vociferó la del universo 18 a la del 16, quien ya se le había tirado encima para abrazarla y animarla.

Después de dos o tres vueltas sobre ellas mismas, se detuvieron con las manos juntas:

—¡Tienes la oportunidad de luchar contra nuestro bisabuelo! ¡Qué envidia! —le dijo Pan del universo 16.

—¡Pero tú a lo mejor tendrás la oportunidad de luchar contra un adversario de mejor nivel! —le respondió la otra Pan sonriendo.

—¡Eso espero!

—Venga, Pan, ve —dijo Son Gohan, quien estaba al tanto ara que no fuera descalificada por no entrar al ring a tiempo.

—¡Sí! —respondió ella echando a volar pero sin dejar de sonreír.

—¡Mucha suerte! —le gritó su homóloga y amiga, que se quedó en el espacio del universo 18 al lado de su madre.

Por otro lado, Bardock se crujía las articulaciones. Que su rey hubiese perdido no le había sorprendido en absoluto.

—Nada me impedirá que me divierta —dijo con una sonrisa casi sádica.







Despegó rápidamente y llegó al ring exactamente en el mismo momento que su adversaria. Allí se dio cuenta de que solo era una mocosa. Pero ésta no prestó atención al "insulto".

—¡Eres mi bisabuelo!

—¿Eh? Nunca he tenido hijos... Bah, qué más da. ¡No pienso contener mis golpes!

—Ni yo. ¡Venga!

En el espacio del universo 10, el Rey Vegeta se despertó con dolores.

—¿Ya está despierto, Señor? —le preguntó cordialmente uno de sus súbditos.

—¿He perdido? —dijo el rey aún desorientado, sentado y acariciando su cabeza dolorida con una mano.

—Contra usted mismo —dijo inmediatamente un Saiyano para que no se tomara mal la revelación.

—Bardock es el siguiente —dijo otro—. Él salvará el honor.

Bardock era, en efecto, reconocido por su gran fuerza; por haber nacido como un soldado de categoría inferior y, con el paso de los años, haber demostrado unas habilidades y una fuerza cada vez más desarrolladas, convirtiéndose así en uno de los Saiyanos más temidos. Si Vegeta no hubiera sido tan fuerte, se le habría designado Rey de los Saiyanos.

Su rigor y su sacrifico lo habían empujado hasta llegar a las filas de la élite. No lo cogían nunca desprevenido y raramente esquivaban sus golpes. Numerosos Saiyanos del grupo podían afirmar, desde el fondo más recóndito de su memoria, que no se sale ileso de un combate contra Bardock. Él, que...

—¡Estoy supercontenta de verte! —gritó la Pan abalanzándose sobre su bisabuelo y abrazándolo rápidamente por el cuello con sus brazos menudos haciendo que casi cayera hacia atrás.

Bardock cogió el cuerpo de la niña con las dos manos y la alejó, pero fue imposible. Era como una sangonera que le aplastaba el vientre con su rostro. Pan se frotó la cabeza contra los cabellos de su antepasado que, en esos momentos, parecía alguien que no se podía quitar la más grotesca de las máscaras de fiesta.

A bajo, más de una docena de rostros Saiyanos abrieron los ojos aterrorizados al ver aquella humillación que estaba sufriendo Bardock.

Justo había conseguido apartarla unos metros que ella ya se le volvió a echar encima, pero esta vez atacando.

Bardock se sorprendió de su velocidad y de su fuerza. Colocando sus brazos extendidos hacia delante, contrarrestó el asalto de la chiquilla, pero el choque le hizo recular algunos metros y sus pies dejaron surcos en el suelo. Intentó quitársela de encima... pero fue en vano.

—¡Suéltame!

—¡Abuelito!

—¡Quita, monstruo!

Realmente, Bardock no podía hacer nada. Estaba siendo dominado. Pan consiguió trepar encima suyo y montar en sus hombros. Lo agarró por los pelos como si Bardock fuera un caballo desbocado. Mientras ella se divertía como una loca, su bisabuelo intentaba desesperadamente hacerla bajar.







Los espectadores parecían divertirse tanto como ella y muchos se reían.

Ninguno de los Saiyanos del universo 10 sabía qué decir. Estaban demasiado conmocionados por aquel espectáculo.

—Lamentable... —consiguió suspirar para sí mismo el Rey Vegeta.

Sin embargo, Pan decidió bajar de encima de los hombros de su adversario. Mientras el último se sacudía los hombros, Pan cogió su bastón rojo... y lo golpeó rápidamente sin permitir que el guerrero intentase un contraataque.

De nuevo, Bardock volvió a recibir un golpe en la testa antes de recibir otros pequeños ataques con la misma arma. Pan pegaba rápida y eficazmente tal y como le habían enseñado: algunos golpes a la altura de los tobillos y de las rodillas y también en las muñecas. Sus golpes le permitían, forzosamente, de ralentizar los movimientos de su adversario con la finalidad de tener una ventaja clara mientras avanzaba el combate.

Bardock se enfadó y, a pesar de que tenía una mano sobre el nuevo chichón de su cabeza, probó de pegar un puñetazo con fuerza. Pan se colocó rápidamente el bastón en su espalda y contraatacó:

—¡Piedra! —gritó ella con el puño hacia delante contra el de su antecesor.

Bardock sintió un dolor agudo en los dedos. Sacudió su mano como para intentar aliviarse el daño... y volvió a atacar enseguida. Pan gritaba "¡Piedra!" en cada puñetazo que lanzaba para contrarrestar los de su adversario. Después, cambió súbitamente de técnica:

—¡Tijeras! —dijo cuando dos dedos de su mano tocaron los ojos de Bardock.

—¡Papel! —vociferó a continuación ejecutando un ataque con la palma de su mano, proyectando lejos a su adversario.

Entonces, corrió hacia él para atraparlo, lo cogió de un brazo, efectuó rápidamente una llave para ponerlo boca abajo y se sentó encima de su espalda cogiéndole las piernas y estirándolas hacia ella.

Bardock ya había tenido suficiente de esa tortura monstruosa. No había conseguido hacer nada y todo su cuerpo estaba dolorido.

¡Abandono! —gritó sudando y golpeando el suelo.

—¿Qué, tan pronto? —se sorprendió Pan, que pasó de estar contenta a un poco triste.

—¡Pan gana por abandono! —gritó entonces uno de los doce presentadores verdes poniendo punto y final al suplicio de Bardock.

En el espacio del universo 10, el Rey Vegeta se enfurió en silencio. Bardock volvió abatido. Tan pronto como llegó, Vegeta declaró:

—¡Ya basta! Nos vamos.

Detrás suyo, los otros Saiyanos censados para participar más tarde, se alegraron mucho con esa decisión. No querían ser vapuleados como Bardock, o humillados como su Rey o Mahissu, o aún peor... ¡que los mataran!

—Llevadnos a casa —pidió el rey al Varga que estaba en el espacio de su universo.

—¿No esperáis hasta el final del torneo? —le preguntó el Varga muy sorprendido mientras seguía a los Saiyanos que ya se adentraban en el pasillo todos juntos como su fueran un solo hombre... como un solo Saiyano.

—¿No queréis que curemos a vuestros heridos? —insistió, tratando de hacer que se quedaran aunque lo ignoraran.

Bardock cerraba la marcha con un aire digno. Había sufrido varias contusiones y sus ojos rojos delataban el golpe de dedos que habían recibido, pero su actitud decía "Tss. ¿Estos rasguños? ¡Esto no es nada!" Su rey hacía lo mismo y desfilaba como un auténtico monarca aunque llevaba una capa enrollada en su cintura como si fuera una toalla de baño.

—No dejaremos que nos sigan humillando —gruñó el Rey Vegeta con el puño apretado.

—Nos vamos también —dijo Nail detrás del Varga azulado.

Al Varga casi le da un infarto. ¡Todo el universo que él se ocupaba se estaba largando! ¡Ya podía despedirse de su ascenso! Sus colegas lo tomarían por incompetente durante años...







—¡Sí! —hicieron Trunks i Goten de los universos 16 y 18. Pensando en el medio ambiente, los Namekianos decidieron aprovechar el viaje de retorno hacia su universo para volver ellos también.

—Pero has ganado tu combate... —murmuró el Varga triste a Nail.

—No llegaría muy lejos, estoy seguro de que voy a perder —le respondió sonriendo, pero de todos modos dejaba ahí un pequeño Varga desconcertado.

En efecto. Para Nail era evidente que ellos tampoco llegaban al nivel. Cargot había sido vencido fácilmente a pesar de que era el número dos de los Namekianos. Él mismo había tenido muchas dificultades contra Rikum. En la próxima ronda le tocaría luchar contra aquel tal Ub del universo 18. Nail creía que tenía una pequeña opción de ganarlo, pero... ¿y después? En la tercera ronda le tocaría luchar contra un Kaio Shin, es decir, un Dios Supremo del universo, o contra un superpoderoso demonio rosa. Era realista; no tenía ninguna posibilidad. Sus amigos estaban de acuerdo con él. Después de los combates de Cargot y de Nail, los otros Namekianos realmente ya no tenían más ganas de participar. Ya habían visto lo que querían y no había necesidad de quedarse más tiempo.

Pan del universo 18 volvió a su espacio para ser felicitada por sus padres y su homóloga del universo 16 bajo la mirada indignada de Vegeta.

«Maldita sea —pensaba el príncipe que nunca llegó a ser rey—. ¡¿Por qué demonios tienen que felicitarla por el mero hecho de levantar una piedra, por no olvidarse de respirar o solo por estar aquí?! Si le tocara contra Cell en la próxima ronda, entonces sí que tendría mérito!»

Mientras Pan y Pan efectuaban un pequeño baile, se escuchó un anuncio oficial:

—Anunciamos... ¡el abandono de todo el universo 10!

Esta declaración provocó algunas protestas por parte de los espectadores. Pero, al fin y al cabo, también les iba bien. Verían menos combates de bajo nivel y, por tanto, se divertirían más. A Vegeta le daba igual:

—Mejor para ellos. No tenían nada qué hacer aquí —dijo.

—A lo mejor no, pero es una lástima —respondió Son Gohan.

«Me hubiera gustado despedirme de los Namekianos... —pensó Piccolo intentando que no se le transparentaran sus sentimientos.»

—¡Espero que me toque en el próximo combate! —dijo Pan del universo 16 a su homóloga del 18—. ¡Así nos encontraríamos en la segunda ronda!

—¡Sería genial!

Por desgracia, el destino decidió otra cosa cuando el presentador anunció:

—Ahora, ¡Kakarotto del universo 13 contra Kat del universo 6!

—Oh, no... —dijo Pan del universo 16—. No nos encontraremos en la siguiente ronda. ¡Pero a lo mejor en la tercera si me toca el siguiente combate!

—Estaría bien —respondió la Pan del quimono rojo—. ¿Pero llegaremos hasta la tercera ronda? Yo tendré que luchar contra uno de ellos dos... Kakarotto es como el abuelo...

—Debe de ser menos fuerte, ¿no?

—Seguramente —dijo Son Goku detrás de las jovencitas—. Es imposible que vuestro abuelo sea derrotado por... ehm... ¿él mismo, de hecho?

—Han dicho que son Super Saiyanos... —remugó Pan del 18.

—Oh, no te preocupes —le respondió su homóloga—. ¡Podrás ganarle, estoy segura!

—En primer lugar observemos qué hace este Kakarotto en su combate —dijo Goku girándose hacia el ring.



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