lunes, 26 de septiembre de 2016

DRAGON BALL MULTIVERSE NOVELA 21



Autor: Salagir, Gogeta JR, Asura.
Web: Dragon Ball Multiverse




Nappa rió rudamente cuando se percató de que Kakarotto tenía que luchar contra una chica del Universo 6. Sus compañeros no sabían hacia dónde mirar, pues estaban avergonzados de esa carcajada tan estridente.

—Estos vargas deben pensar que eres todo un debilucho, Kakarotto —dijo Nappa—. ¡Es por eso que te están haciendo pelear contra esta chavala!

—Sólo porque tengo que luchar contra una chica no significa que no vaya a disfrutarlo —dijo el alter-ego de Goku, sonriendo y haciendo sonar sus nudillos.

Kakarotto se dirigió hacia el ring esférico convencido de que ganaría pero manteniendo la prudencia habitual que le había salvado el cuello en más de una ocasión.

En el espacio del Universo 6, Kat recibía los ánimos de sus tres amigas. Con su largo, oscuro y lacio cabello, junto con sus preciosos y delicados rasgos faciales, Kat se veía como una fémina humana del planeta Tierra lo haría, aparentando no más de veinte años de edad, como era el caso de sus amigas.

Mientras ajustaba sus guantes preparándose para la pelea, Kat sonrió, deseosa de empezar.

En su planeta no solo era la más fuerte físicamente hablando, sino que también era la que mejor dominaba las técnicas de combate cuerpo a cuerpo.

—¡Este Kakarotto es de mi tipo! —declaró Kat a sus amigas, con una ligera sonrisa— Si es como el otro tío con el gi naranja que se parece a él, debe ser muy fuerte. Pero como ustedes saben, sé exactamente qué hacer.

—¡Ánimos, Kat! ¡Vamos! —gritaron sus amigas casi al unísono mientras ella se arrodillaba para pegar un salto hasta el ring.

En el espacio del Universo 6, cerca de cinco metros a la pared más próxima a los espectadores, los miembros de la Banda de Bojack estaban comenzando a encontrar tanto optimismo como algo muy exasperante.

—Esas idiotas que no paran de reírse son insoportables —dijo Bojack.

—Incluso quieren hacer un ranking de los participantes más guapos del torneo —dijo Zangya—. Qué asco.

—Bah, ya las mataremos al volver a nuestro universo —respondió su jefe.

—Aunque si ella es más fuerte de lo que aparenta y derrota a este tipo, tendrás el placer de matarla en la tercera ronda. Así le mostrarás por qué nunca debe molestarnos.

Kat saltó. Su fuerza era más que evidente. Salió disparada por los aires, alcanzando una distancia superior a la del ring esférico. Justo antes de comenzar su descenso, realizó una serie de piruetas, quizás para impresionar al público. Sea como fuere, uno de los comentaristas se entretuvo comentando:

—¡Oh! ¡Esta participante nos está deleitando con sus dotes gimnastas! ¡Mirad qué estilo! Mirad... ¡Vaya, está cayendo a gran velocidad!

Para sorpresa de Kat, la gravedad del ring la forzó a caer en un instante, incapaz de controlar su descenso.

—¡Ay! —gritó en el momento en el que su trasero impactó contra el ring.

—¡Afortunadamente, no estamos en una competición de gimnasia, sino los jueces le hubieran puntuado con un cero! —exclamó el comentarista bromeando después de comprobar de que ella no se había hecho daño.

—¡Mierda! —dijo Kat en voz baja para sí misma— Normalmente, mis entradas son mucho mejores y...

Recuperándose de su caída mientras se ponía de rodillas, se dio cuenta de un detalle del ring y por el cual no se había hablado:

—Pero... ¡esta gravedad es diez veces más fuerte! —gritó— ¡A nadie parecía que le afectara!

En ese momento entendió por qué su entrada triunfante había sido fallida, y es que había sido sorbida desde abajo a medida que se acercaba al planeta-ring.

El hecho de que nadie se molestara por la intensidad de la gravedad hizo que Kat empezara a ponerse algo nerviosa. Y se puso más nerviosa aún cuando, levantando la mirada hacia su oponente, vio como Kakarotto, al igual que el resto de participantes que pisaron el ring antes que él, se mantenía en pie sin dificultad alguna.

«Él... Voy a usar todo mi poder... —se dijo a sí misma mientras se levantaba y se sacudía la minifalda blanca que vestía. »

«Bien, esto acabará pronto —pensó Kakarotto mientras observaba como se desempolvaba la faldilla como una verdadera mujer—. Después de derrotar a esta chica, venceré a esa ridícula niñata en la segunda ronda. A continuación, tendré que enfrentar a ese tal Tronk o a Vegeta. El muchacho es un Super Saiyano, a pesar del color de su pelo, pero yo soy un Super Saiyano también, así que debería poder ganarle. Vegeta del Universo 18 todavía no mostró todo su poder, pero aún así, todavía hay una oportunidad de que sea más débil que el Vegeta de mi universo. »







En ese momento, Kat llamó la atención de Kakarotto guiñándole un ojo y haciendo un movimiento con su mano de manera seductora.

—Hello, you! —dijo ella, con una risita alegre, mientras Kakarotto se ruborizaba.

De hecho, Kakarotto no esperaba a una luchadora tan sensual.

«Su minifalda... su escote... No. ¡Momento! ¿En qué estoy pensando? No puedo distraerme. ¿Quién demonios se cree que es? Habrá tiempo de sobra para divertirse, luego. Pero ahora, necesito acabar con esto... Hey, haré como mi alter-ego del 18... —razonó para disipar sus pensamientos obscenos. »

Después de colocarse, Kakarotto pegó un puñetazo al vacío con su brazo derecho hacia delante. Tal y como Son Goku había efectuado contra Mahissu, el golpe formó una intensa corriente de aire que se disponía a percudir a Kat. Sorprendentemente, la imagen de ésta se difuminó y el ataque invisible pasó a través de ella. Kakarotto solo tuvo tiempo de fruncir una ceja para ver cómo la joven reaparecía delante de él y a muy poca distancia. Kat clavó un rodillazo en la nariz de Kakarotto. El impacto del ataque se manifestó con un golpe de sonido estrepitoso, pero, a pesar de esto, el saiyano sonrió, con su cara intacta y sin moverse un solo milímetro del lugar.

—Hum... No está nada mal —dijo Kakarotto manteniendo su sonrisa mientras Kat bajaba la rodilla de su nariz.

«¡No le ha hecho ningún daño! —pensó ella mientras retrocedía. »

Ella empezó a chillar mientras se abalanzaba sobre el saiyano, llevando su brazo derecho hacia atrás preparándose para atacar.

—Sabes esconder muy bien tu energía —empezó a decir Kakarotto, justo antes de que Kat apareciera delante de él para acabar dejando una imagen reflejada, y reapareciendo a sus espaldas para terminar siendo golpeada por el puño izquierdo del guerrero—. Pero tu energía no es la única manera en la que puedo encontrarte. Tu rodillazo anterior muestra que definitivamente eres más fuerte de lo que aparentas. Veamos... ¿puede ser que hayas utilizado una fuerza de combate de diez mil unidades? Pero no importa. Como puedes ver, no eres rival para mí.

«¡Maldición! —pensó Kat para sí misma, adolorida, mientras retrocedía lejos de Kakarotto— ¡Y ni siquiera utiliza la centésima parte de su poder! Así no podré ganar. No quería hacerlo, pero... »

Después de frotarse rápidamente la nariz, la cual, afortunadamente, no estaba rota, Kat se preparó para ejecutar su siguiente ataque. Cerró los ojos durante un instante, en el que Kakarotto no se movió, pues esperaba a ver qué planeaba hacer. Cuando Kat finalmente levantó los párpados, sus pupilas habían cambiado de azul a rosa. Ella miró hacia el cielo y muchas piezas de ropa interior femenina empezaron a caer, incluyendo braguitas, tangas y biquinis...

—¡Esto es increíble! —vociferaron los 12 comentaristas al unísono— ¡Kat tiene un gran don!

Kakarotto estiró el brazo hacia arriba para dejar que le cayera encima un biquini muy sensual.

En los espacios de los universos 16 y 18, Trunks y Goten, los bromistas granujas, consideraron extremadamente divertida la situación:

—¡Es evidente que Oolong estaría encantado de estar aquí! —exclamó Goten con una gran sonrisa.

—¡Si Oolong hubiera estado tan feliz por estar aquí, imagínate cómo lo estaría Mutenroshi! —dijo Trunks siguiendo la broma de su amigo, antes de que ambos se echaran a reír.



Kat notó que Kakarotto estaba un poco distraído por lo que no era más que una mera ilusión, y supo que debía tomar esa oportunidad para despacharlo.

Desplazándose rápidamente, se abalanzó sobre la cabeza de Kakarotto mientras éste estaba distraído, con la intención de romper su cuello. Trató con todas sus fuerzas... pero su cabeza no iba a ceder.

Entonces, Kakarotto, que entendió lo que ella trataba de hacer, volvió a golpear a Kat en la nariz por su osadía. Kat cayó al suelo colocando otra vez su mano al nivel de sus napias. La ilusión se disipó y los comentaristas que se ruborizaron por ella, volvieron a su color habitual.

—K... ¡Kat ha caído al suelo! —balbuceó uno de ellos, mirando la pelea y preguntándose qué iría a pasar después.

—A este paso perderé... Mierda... No quería recurrir a esto, pero... —dijo Kat, quien sabía que si quería pasar a la segunda ronda, necesitaba usar su último recurso.

Mientras empezaba a girar sobre sí misma y olas de esencia femenina salían de ella, se dijo a sí misma «Esta técnica funcionará... Siempre funciona».

—¡Ataque de... feromonas! —gritó Kat.

Alrededor de Kat una especie de niebla rosa se iba esparciendo por todo el ring. Cuando la niebla hubo llenado la mitad de la arena e inundado la visión de Kakarotto, ésta dejó de girar, y la niebla se desvaneció enseguida.

—¿Qué está...? —empezó a preguntarse Kakarotto, interrumpiéndose él mismo en el momento exacto en que vio a Kat.

Instantáneamente se sintió cautivado por su belleza a tal extremo, y para él, en esos momentos de euforia, su sensualidad y su carisma eran incomparables.

—Mi bello guerrero... —comenzó a decir ella fijándolo con su mirada cautivadora.

—¡Qué... qué guapa! —dijo el saiyano, con sus sentidos desbordados por tanta hermosura.

—Deberías perder... ¡para complacerme! —dijo la joven; su voz sonaba de lo más espectacular a oídos de Kakarotto.

Kakarotto oyó la palabra «complacerme», y la encontró algo «agradable». En ese momento advirtió de que esos labios eran deliciosos, brillantes, ligeramente húmedos...

Acercándosele de una forma coqueta, Kat pensó que ése era el momento para sacar tajada de la debilidad del saiyano:

—Tío bueno... —empezó a decir, pasando su mano izquierda por detrás de la nuca del gran y fuerte guerrero— Anuncia tu abandono... —prosiguió, acabando pegada a él y a su armadura y mordiéndole la oreja izquierda.

Kakarotto se quedó perplejo durante unos segundos y, sin avisar, agarró a Kat por las muñecas y le dijo:

—¡Te amo! ¡Quiero un hijo tuyo!

—¿Qué? —gritó Kat, alarmada.







¡Kat estaba catatónica! ¿Le acababa de decir que la amaba? Era consciente de que su técnica era efectiva... ¿pero hasta ese extremo? ¡No le había sucedido nunca! ¡Y, encima, no había abandonado y quería que ella le obedeciera! A pesar de sus intentos de deshacerse de él, no podía escaparse.

—¡Vendrás conmigo a mi universo! Ahora ve al espacio nº 13 —dijo simplemente el saiyano con una voz extremadamente autoritaria.

Kat, percatándose de que la situación empeoraba por momentos, y desesperada, supo que tenía que intentarlo lo más posible para sacar su plan a flote.

—Emm... vale, pero primero abadona.

—¡Silencio! ¡Haz lo que te digo, mujer!

Sin soltarla, el saiyano le clavó una buena bofetada a la joven Kat, quien cayó al suelo. Pocos instantes después se volvió a levantar con una mano en su mejilla roja. Entonces, replicó, verbal y gestualmente alzando su dedo mayor:

—¡Que te den! No lo haré. Ni lo sueñes.

Kakarotto se le acercó rápidamente y le propició un puntapié en la barbilla proyectándola hacia atrás y perdiendo una bota.

—He dicho ¡¡silencio!! —gritó el psicópata y, antes de que su contrincante tuviera tiempo de caer en la arena, la golpeó nuevamente en la cara con su puño izquierdo.

Kat estaba llena de rasguños por todos lados, un poco desfigurada, despeinada, con la ropa rasgada y sostenida por un cordón hilo que colgaba de su pecho permitiendo que su delantera exuberante siguiese bien resguardada a pesar del descontento de todos.

—¡Está loco! ¡Abandono, abandono!

—¡¡¡He dicho...!!!

Kakarotto estaba a punto de darle un puñetazo con su brazo derecho, causando que Kat mirara para otro lado con pavor. Ni siquiera intentó defender su cara con sus brazos porque sabía que no iba a ser suficiente.

Kat gritó de una forma muy femenina. Era un chillido impregnado de miedo de volver a ser pegada. Se agachó y se acurrucó sobre sí misma viendo el golpe venir, pero, afortunadamente, esta vez no recibió ningún golpe. Alguien había intervenido: un hombre no tan alto como Kakarotto y que vestía una armadura con una capa roja y pelo puntiagudo. Ese individuo había cogido a Kakarotto por la muñeca para detener su movimiento y le dijo:

—Si le sigues dando, te eliminarán, o peor, nos echarán a los cuatro.

—Ve... ¡Vegeta!

El saiyano permaneció inmóvil durante un momento sorprendido de la abrupta aparición de Vegeta a su lado. De hecho, se sentía extraño, como si no fuera consciente de lo sucedido durante los últimos minutos...

—En cuanto a ti... —prosiguió Vegeta mirando a la pobre doncella aún arrodillada en el suelo— ¡Te lo pensarás dos veces antes de provocar a un perturbado!

—Un... ¡¿perturbado?!



—¡Por abandono, Kakarotto es el vencedor! —dijo uno de los presentadores mientras los dos saiyanos volaban al espacio 13.

Kat restó en el mismo lugar temblando hasta que sus amigas fueron a buscarla:

—Fue tan... horrible —dijo Kat, encontrando consuelo por parte de sus amigas.

—Él debería estar avergonzado por lo que hizo —dijo una de ellas.

—Estoy sorprendida de que tu técnica no haya funcionado completamente en él —agregó otra.

—Su poder es altísimo —respondió la aporreada—. ¡Debemos irnos de aquí!

Dos de sus compañeras estaban completamente sugestionadas por lo sucedido, pero una de ellas, Syd, quería sea como sea quedarse para poder realizar su combate.

Las cuatro, Kat del brazo de una de sus amigas, volvieron al espacio 6. Aunque ella sabía que debía animar a Syd cuando llegara su momento de pelear, todo lo que verdaderamente quería, como resultado del trauma sufrido en su combate, era regresar a casa.

En el espacio del Universo 16, Vegetto y Bra se encontraban analizando lo que pasó.

—Ha sido una intervención muy rápida por parte de Vegeta... —dijo Bra.

—Desde el momento en el que escuchó a Kat decir «abandono», supo que tenía que actuar lo más prudentemente posible —respondió Vegetto—. Sentí cómo él supo que necesitaba parar la pelea. Kakarotto no es como la versión de Goku que me conforma a mí; él es mucho más violento. Vegeta se dio cuenta que la batalla no iba a parar a menos lo forzara a hacerlo. Cuando Kakarotto estaba por golpear a Kat, Vegeta ya estaba un paso por delante.

Aunque Bra estaba de acuerdo con la explicación de su padre, tenía la sensación de que había algo raro ahí. Los comentarios de Vegetto dieron a entender que éste era capaz de sentir la tensión psicológica de Vegeta y no solamente su energía. ¿Eso realmente había pasado, o sólo eran conjeturas de su padre acerca de lo sucedido?

Como con historias similares, ella se preguntaba si su padre, simplemente, no había «adornado» esta...



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