martes, 3 de mayo de 2016

DRAGON BALL MULTIVERSE NOVELA 01

Autor: Salagir, Gogeta JR, Asura.
Web: Dragon Ball Multiverse


PROLOGO

Las Bolas de Dragón: siete místicas esferas que, cuando se reúnen en el mismo lugar, invocan a un dragón capaz de garantizar un único deseo.

Desde que su poder fue descubierto por Bulma, una adolescente de dieciséis años, y su amigo Goku, estas Bolas de Dragón se convirtieron en un recurso vital para nuestros héroes. El dragón sagrado Shenron fue invocado numerosas veces en la Tierra, cada una de ellas para ayudar a sus defensores contra las múltiples amenazas que fueron surgiendo.

Goku y sus amigos continuaron haciéndose fuertes con los años, ganando un poder increíble a la vez que defendían la Tierra luchando contra multitud de seres malignos de todo el universo. Al fin, después de décadas de luchar por sus propias vidas una y otra vez —contra los Saiyans, el imperio de Freezer, los viles androides del doctor Gero y el djinn maligno Majin Buu— la paz fue finalmente instaurada en la Tierra.

La derrota de Majin Buu dio lugar a aquella magnífica era de paz, guiando a Goku hacia Ubb —la reencarnación de corazón puro de Majin Buu—, y Pan, su propia nieta. Goku, sabiendo que no viviría para siempre, vio la oportunidad de entrenar a ambos para que con el tiempo, tomaran su lugar como defensores de la Tierra. El futuro se anticipaba brillante en las manos de Goku y sus discípulos.

Pero ahora, en un lugar muy, muy lejano —y después de veinte años de paz—, un nuevo desafío amanecía en el horizonte de las vidas de nuestros héroes.



A millones de años luz de la Tierra, en algún lugar de la galaxia del norte, dos planetas orbitaban rápida e inexorablemente hacia una estrella gigantesca, como directos a chocar contra ella. El impacto se antojaba inevitable. Cuando el sol parecía ya devorar los dos planetas dejando huérfanas sus lunas, un objeto brillante y difuso apareció de la nada, en medio del caótico espectáculo.

Tras su aparición, el sol y los planetas volvieron de forma instantánea a su lugar de origen, como si nada hubiese sucedido. El objeto, una nave espacial estrecha, con forma de «E» y cinco domos de cristal repartidos por su superficie, comenzó a moverse a través del vacío del espacio. Zumbando y emitiendo ondas de energía, se desplazó a velocidad de vértigo con destino desconocido.



En el interior del vehículo, más en concreto en el habitáculo central del navío de metal blanco —en el interior del domo de cristal más prominente— había pequeñas criaturas cubiertas de plumas. Con sus orejas puntiagudas y picos afilados, se movían de un lado a otro sin parar, ocupadas y desplazándose alrededor de la sala de control, color crema. Cada una de ellas trabajaba duro para mantener el correcto funcionamiento de su nave espacial.

Entre las criaturas, una de ellas miró de cerca una pequeña pantalla antes de alzar la voz para dirigirse a su superior. La criatura de mayor rango, que era algo más grande que las demás, se giró hacia él asintiendo.

—Universo paralelo número 5.098.487.923.674 —comenzó a decir el oficial—, hemos llegado a nuestro destino.

—Bien, desplegad los escáneres —respondió el superior de forma instintiva, como si fuese la enésima vez.

Las criaturas monitorizaron sus respectivas computadoras para revisar los resultados, enviando los detalles más importantes de sus descubrimientos a la pantalla principal. El comandante del navío apareció en la habitación al momento, con los brazos cruzados por detrás de la espalda, oteando con seriedad mientras analizaba los datos monitorizados.

—¿Y el reporte? —dijo sin apartar la vista de la pantalla principal, a la que miraba con interés.

—Diversos niveles de alto poder detectados —respondió una de las criaturas—. Todos están reunidos en el mismo planeta.



—¿La Tierra? —preguntó el comandante en voz alta, como si necesitase confirmación de lo que estaba leyendo en el monitor.

—Sí, señor. La Tierra, de nuevo. Pero esta vez parece ser diferente de las otras —explicó el oficial a su comandante, quien empezaba a alejarse.

—Muy bien… Les invitaremos —sentenció el comandante—. Vamos.



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